Cambiando el curso de la historia

He podido acceder a la correspondencia que siguen manteniendo Tomás Moro y Erasmo desde su lugar privilegiado. Están observando este mundo de hoy, no el de los telediarios, ni el de las calles o los medios de transporte público sino el de las diferentes individualidades.
Se han sorprendido descubriendo en una ciudad del Mediterráneo a un grupo de jóvenes en los que se ven reflejados; verdaderos humanistas, ávidos de saber, de cultivar el conocimiento y transmitirlo a sus iguales.
No es gente que intente conocer idiomas, aunque realmente dominan unos cuantos, sino que buscar esa comunicación con el máximo número de personas y culturas.
Como ellos, intentan cambiar el rumbo de la historia desde su lugar: el aula de la escuela, de música, el deporte, etc. Procuran no ser abducidos por la masa informe de conformistas y tener su propio criterio sin mirar por encima a nadie.
Acaban su carta animándoles a no cejar en el intento de, a base de pequeños golpes en su propio timón, seguir cambiando el curso de la historia.

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