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Desde la trinchera...

Hace tiempo que pienso sobre la vida en la trinchera. A veces me preguntan si es una vida dura y la verdad es que me quedo pensativo, pasado un momento contesto que sí, que lo es. La posición de trinchera es absurda si se pierde el sentido de estar ahí. Los que están lo hacen para defender algo que es suficientemente importante como para mantener su posición. Leyendo cartas de los soldados de la 1ª guerra guerra mundial te puedes hacer cargo de lo que era y, en cierto modo, sigue siendo esa vida... dura, sí, pero te sumerge en un clima de familiaridad con los compañeros del puesto que dista en mucho la sencilla relación de amistad que se podría tener con los mismos en terraza de un bar. Sólo con respirar profundamente resulta inconfundible el olor de esa mezcla de barro, sangre, sudor y pólvora. Una mirada alrededor y te das cuenta del estado de ánimo de cada uno de los soldados desde el cabo veterano que lleva más tiempo que nadie ahí hasta los jóvenes soldados que se acaban de inco

¿Y si no hubiera sido?

Hoy hace 60 años que dos jóvenes se conocieron, 60 años... depende desde dónde se mire es mucho o poco tiempo, lo que realmente podemos decir es que nada hubiera sido igual. Nada. Gracias a esa declaración formal en un parque de la vieja Valencia todo empezó a rodar, como quien da cuerda a un reloj de los antiguos de tal manera que innumerables engranajes de todos los tamaños, calidades y misiones giran y giran y giran marcando un surco en el tiempo. Lo bueno de este reloj es que no sólo marca la hora local; hoy Barcelona, sino que simultáneamente también recorre el tiempo y lo modifica dejando huella como el alocado y profundo reloj de Rio de Janeiro, o ese reloj exacto de Cu-cú suizo, el elegante y señor de Milán, el campechano, tipo Swach de Pamplona con los diferentes sub-relojes de colores, formas y diseños variados bien cuidados por la madre de todos ellos, sin olvidar al reloj serio de péndulo gironí o al que vive en la calle Copérnico con el corazón en Andalucía o en Lituania.

I wonder...

Siempre he pensado que la vida tiene muchas más cosas por las que admirarse, sorprenderse, preguntarse que por las que vivir apesadumbrado, este es el motivo del título de este nuevo blogg. Recuerdo hace años cuando comenzaba mi labor docente un padre de un alumnos me reenvió un correo y su asunto era ese "I wonder..." todavía lo recuerdo, me ayudó a no conformarme con lo que ya funciona, a no quedarme satisfecho ante el primer logro o éxito (otro día hablaremos de esta palabra). Mañana comienza un nuevo curso académico, imagino las diferentes actitudes y prejuicios que los alumnos y profesores tendrán ante este nuevo reto; desde el profesor nuevo que se vestirá con nerviosismo pensando en lo que le puede deparar el nuevo día frente a unos adolescentes todavía desconocidos, al alumno que va a comenzar su último curso en el centro comparado con su hermano que estrena absolutamente todo dentro de unas horas, pasando por el profesor veterano que piensa que no le va a enseñar na